Agradezco los medios a nuestro alcance con los que contamos en el mundo de hoy para comunicarnos, agradezco porque es impresionante que podamos hablar con esa persona que quizás se encuentre a miles de kilómetros de distancia. Agradezco, que mediante las redes sociales podamos volver a contactar con amistades que quizá ya no hubiéramos podido encontrar de otra manera.
Internet sin duda ha cambiado la vida, nos ha cambiado a todos. Nuestros hábitos, nuestro trabajo, nuestra manera de relacionarnos...
Pero resulta paradójico que en un mundo tan informado y tan enredado, la persona se sienta en algunos momentos con ganas de ser escuchada, de soltar todo lo que lleva dentro, aunque el amigo o la amiga que les escucha a veces, tenga que sacarle fuera todo con un sacacorchos. Necesita tener enfrente de ella, a ese alguien que les mire a los ojos y les diga: "Adelante, tu puedes".
La fuerza de las palabras, de los gestos y de las miradas, nunca podrán ser sustituídos por ese mundo virtual en el que estamos más o menos inmersos. No podemos poner al mismo nivel, una pantalla de ordenador, a la acogedora charla con la amiga tomando café.
Lo sencillo es navegar por internet, lo difícil es sentarse una tarde a hablar averiguando quien a nuestro alrededor puede que necesite ese pobre sacacorchos.